El sábado 4 de mayo toca madrugar en muchas casas de Añora, aunque hay quien no ha pegado ojo en toda la noche organizando algún que otro detalle para su cruz, entre sueños. Los adornos, guardados con secretismo durante semanas, ven la luz del sol para ser transportados con todo el mimo posible hasta su colocación definitiva. Las Cruces de Añora empiezan a vestirse y envolverse de colorido con formas que parecen imposibles. Efímeros trajes a medida que convertirán al frío y basto granito en auténticas obras de arte gracias a cientos de manos que trabajan con pasión, tijeras, agujas y pegamento.